18.4.07

9: Los hijos

El día en que Daniel me presentó a sus dos hijos me los llevó a la casa de mi familia...cuando yo todavía vivía allí. Recién llegados de Cuba estábamos. Nunca se me olvida ver subir la cuesta el carro verde y las dos cabecitas sin pelo asomándose curiosas por las ventanas. Uno morenito y otro más blanquito. Uno más parecido a él y otro más parecido a su mamá. Dos.

Ese día los llevamos al Zooave a La Garita de Alajuela. Ellos veían los animales, yo sentía que tocaba al cielo. De repente y por unas horas tuve familia. Una familia nueva.

El tiempo trae recuerdos como películas viejas. Bastante tiempo después, yendo por Puriscal hacia Quepos, donde Daniel tenía que ir a hacer un trabajo y yo lo acompañaba...de repente el carro se detiene, él se baja...se acerca a un talud, recoje un ramo de flores amarillas y me las trae. Yo que me desago. A veces Daniel se dejaba llevar por algunos arrebatos románticos a pesar de que siempre fue parco para esas cosas; quizá lo suficiente para que cada detalle fuera sorpresa y no empalagamiento. Una nunca sabe.

Yo pensaba en esos momentos que nadie me iba a amar así en la vida. Me sentía la más amada. La mejor amada. El album de fotos de la memoria atesora lo que desea atesorar a cada momento. Nada más. Lo que puede ( o quiere) entender.

Nuestro amor era único, el último, el verdadero, el definitivo. " Si te quiero es porque sos, mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle, codo a codo......"

Años después, cuando comencé a re-cordar esta historia animada por mi necesidad de re-construcción personal y la solidaridad de mi marido Víctor, me cargué de resentimientos. Lo confieso. Estuve muy enojada con Daniel. Llegué a culparlo de muchas desgracias. Entonces escribí que "era claro" lo que sucedía....era lógico que Daniel me quisiera retener: bonita, enamorada, interesante, entusiasta....siempre lista, como una boy -gril- scout! ¿ Cómo no me iba a aprovechar? y enmarqué toda la situación dentro de el esquema de víctima y aprovechado que confieso que hoy se me ha hecho injusto y patético. Inmaduro y poco justo , además. Pero por todo hay que pasar.

No sabía entonces la verdad o las verdades de Daniel. El destino nos ha vuelto a reunir en incontables ocasiones y hemos tenido oportunidad de volver a visitar aquellos recuerdos de distintas manera. El me ha contado sus verdades que han sido distintas a las que yo imaginaba. Ahora sé que sí me amaba. A su manera, como podía, pero sí me amaba. No hay duda.

Lo que sucedía era que él estaba temeroso y débil. Tampoco tenía todo muy claro en aquel momento. La que sí tengo las cosas claras y siempre las tuve claras soy yo. Cuando veo todo esto a la distancia, desde mi lugar, mi situación personal, mi manera de mirar...recuerdo que lo más doloroso fue haber perdido por largo tiempo lo último que debe perder cualquier persona: la dignidad. Ese fue el más grande dolor...el que me llevó por años de insomnio, de angustia, el que me tuvo por siglos con una piedra en el zapato.

Eso lo pudo entender Víctor y por eso cuando le conté que quería escribir sobre esta historia se apuntó de voluntario para leer todo lo que mis dedos ansiosos producían. Comenzó el proceso, comenzó el abrazo nuestro a hacerse más fuerte...y ambos: Víctor y Daniel , a formar parte de un mismo sueño: el sueño de ser amada y de tener dónde y con quién colocar todo ese amor que me trajo al mundo . Mi verdadera vocación vital. Ellos a hacerse, de alguna manera: compañeros. Hermanos.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te he descubierto hoy...
Felicidades por tu blog!

@le dijo...

el miedo nos paraliza, nos hace pequeños, nos impide decir muchas veces lo que deseamos, lo mucho que queremos a la persona que está a nuestro lado...

mil abrazos y gracias x estar siempre...

@